Una corriente en el campo de la medicina ofrece un posible escape al callejón sin salida en el que se encuentran la mayoría de las personas con problemas de obesidad o sobrepeso. Ludwig Johnson, médico especialista en el tema, y que próximamente colaborará con Estampas, ofrece en esta entrevista algunas luces sobre este problema de salud.
Por Idalia De León
Por Idalia De León
La mente de las personas con sobrepeso es lo más parecido a un laberinto. Tienen la creencia de que están gordos porque son débiles moralmente, porque no se quieren a sí mismos o porque sencillamente tienen problemas en la tiroides. Por otro lado, viven en medio de un cerco familiar que los hace sentir culpables, y los psicólogos, quienes han escrito mucho al respecto, les afirman que comen más de la cuenta porque tienen baja autoestima. Pero el caso es que la gente con sobrepeso no se explica por qué tienen a un flaco al lado -con baja autoestima- comiéndose un banana split y no engorda.
"El paciente con sobrepeso no viene a la consulta porque desconozca lo que es una dieta balanceada. El paciente viene en busca de una solución por su deseo recurrente de dulces o harinas". Esta es la manera de pensar del joven médico Ludwig Johnson, quien se encauza en una vertiente, dentro del campo de la nutrición que va, literalmente, contra la corriente. Su especialidad es la Bariatría, disciplina poco conocida en Venezuela, en la que se combinan la psiquiatría, la sicología, la endocrinología y la nutrición de las personas con sobrepeso.
El problema de la obesidad y de la gordura, en general, es poliédrico; es decir, tiene muchas aristas. Al parecer, el meollo del asunto se centra, según su punto de vista, en que históricamente los médicos se preocuparon mucho por el colesterol y poco por la insulina.
"Hoy se sabe que esta hormona, si se encuentra en altos niveles en la sangre, pone rígidas las arterias, contribuye con la retención de líquido, disminuye el colesterol bueno, aumenta los triglicéridos, produce hipertensión, promueve la aparición de coágulos sanguíneos y favorece la obesidad, lo cual quiere decir que aunque se coma la mitad que otras personas, se engorda el doble. Esto no lo sabíamos sino hasta hace pocos años", declara Johnson.
Explica el especialista que hay organismos que no registran la insulina, lo cual trae como consecuencia que los carbohidratos sean convertidos fácilmente en grasa, además de producirse otras complicaciones en el cuerpo humano. Esta característica podría catalogarse como una herencia genética que arrastra un 25 por ciento de la población mundial, desde la época en la que el organismo debía almacenar grasas para largos períodos de frío y de hambruna, a través de un mecanismo de resistencia a la insulina. El tema es que el páncreas sigue produciendo la insulina pero el cuerpo no la registra.
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En la consultaLudwig Johnson: "Hay que quitarle el sentimiento de culpa al obeso"
Una vez que un paciente se sienta frente al escritorio del médico, son varios los aspectos que el profesional que trabaje con el problema de la obesidad debe colocar como prioridad sobre la mesa
- Decirle al paciente que tal vez es su responsabilidad que se esté comiendo ese dulce o esa harina, pero no es culpa de él que sienta el imperioso deseo de hacerlo. Y algo más, que ese imperioso deseo no lo siente quien le recalca "no comas que estás gordo".
- Trabajar con cualquier aspecto particular que el paciente desee y le contribuya a su objetivo. "Todas las generaciones han tenido el egocentrismo de sentirse la tapa del frasco, pero resulta que somos el pasado mañana… queda mucho por descubrirse en este tema", destaca el especialista Ludwig Johnson.
- Comunicarle que hay gente como él que ya adelgazó. Que lo más importante es detectar el por qué de su deseo por cambiar. No es tanto cómo adelgazar sino por qué se quiere adelgazar.
- Que vaya corriendo al médico el día que nuevamente sienta el deseo por lograrlo. Cuando se sienta mal porque no se pudo montar en un carrito por puesto, o porque la persona que le gusta lo rechazó. Ese es el momento que hay que aprovechar para convertir la emoción negativa en acción. Llegar al fondo es necesario porque de allí surge el estímulo emocional para iniciar el proceso de adelgazamiento. Incitarlo a que rompa su historia, a que empiece de nuevo.
Escuchar la historia que trae el paciente: desde cuando tiene sobrepeso, si acaba de dar a luz, si se divorció, si le gusta su trabajo, si obtiene algún beneficio del sobrepeso, si ya lo ha intentado todo, cómo es su familia. Escuchar engancha al terapeuta y al paciente en una relación fresca que ofrece el "yo sé que tú puedes" que su ambiente ya no le aporta. Averiguar los antecedentes médicos, si come compulsivamente, descartar si padece de alguna alteración hormonal como síndrome de Cushing (cortisol elevado), hiperinsulinismo, hipotiroidismo, si tiene tendencia a la depresión, si pasó por un mal momento en su vida. Investigar los aspectos neuropsicológicos, e intentar ir más allá de lo estrictamente emocional y consolidar su deseo de perder peso.
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"Pero ¿qué sucede cuando la insulina quiere permitirle el paso al azúcar hacia las células y se encuentra con que no puede? El páncreas la produce en exceso en un intento por lograr su objetivo. Es lo que se conoce como hiperinsulinismo por insulinorresistencia, una condición que presentan aproximadamente 65% de las personas con sobrepeso y que empeora al engordar. Particularmente, en el caso de los pacientes insulinorresistentes, se activa un proceso que los hace comer para favorecer la producción de la serotonina, el mensajero alegre del cerebro o neurotransmisor de la tranquilidad. Más aún, existe una neurohormona que se llama Gherlin, que se produce en su mayoría en la mucosa gástrica y que nos estimula el apetito, de manera que cuando comemos, esta hormona baja automáticamente. En el caso de los insulinorresistentes esto no ocurre, de manera que siempre sienten deseos por comer. Esta doble información es fundamental porque le quita la carga de la culpa al paciente que asegura tener ganas de comer todo el tiempo. Por esto, en estos casos, la solución es atacar la insulinorresistencia", refiere Johnson.
"Si el cuerpo se resiste a que esta hormona metabolice el azúcar, empieza un vía crucis en el que los receptores de insulina presentes en las grasas, en los ovarios, en las arterias, en la piel, en el hígado, reaccionan de manera negativa generando problemas como, por ejemplo, triglicéridos elevados en la sangre, los cuales son un marcador de riesgo coronario".
¿Y cómo se puede revertir el problema de la insulinorresistencia y, en consecuencia, la obesidad producida por esta causa?
"La insulina alta debería indicarle al paciente que debe adelgazar rápidamente porque puede terminar siendo diabético. El primer paso es lograr que adelgace y controle el peso por el resto de la vida".
¿De qué manera?
"El especialista debe decidir si se requiere algún tipo de medicamento que ayude al organismo a sensibilizarse a la insulina. En cuanto a la dieta, podríamos decir que, en estas circunstancias, no comer dulces o harinas refinadas es obligatorio. De los tres tipos de dietas existentes, las hipocalóricas o aquellas que obligan a cerrar el pico, las cetogénicas que optan por quitar los carbohidratos, o las que son alguna combinación de estas dos, yo me inclino por alguna versión de las últimas. Pero el juego no se llama 'haz la dieta que yo digo', el juego se llama adelgazar sin comprometer la salud. Finalmente, y muy importante, son los suplementos nutricionales. El cromo, el magnesio, el ácido alfa lipoico, los ácidos grasos omega 3 y la vitamina E han mostrado ser de gran ayuda en el tratamiento".
¿En cuánto tiempo adelgaza una persona que se acoja a este régimen?
"Es una pregunta que no me gusta responder puesto que en el proceso intervienen diferentes variables que impiden generalizar, pero, una persona con 40 kilos de más podría adelgazar en un año. Un hombre se puede quitar 20 kilos en tres meses, una mujer en cuatro meses y medio. Sin embargo, hay medidas heroicas. Existe, por ejemplo, 'el me voy a casar en seis meses y yo tengo que entrar en ese vestido a como dé lugar'".
Profundizando un poco más, Johnson es enfático al indicar los pasos que se deberían seguir para sacar a las personas que sufren la obesidad del atolladero en el que se encuentran. El primer mandamiento, claro está, es descubrir la causa que origina el deseo por los alimentos engordantes (comida compulsiva, comida emocional, hiperinsulinismo, depresión, hábito, hedonismo, etcétera) para poder controlarlo, lo cual, según el especialista, puede resultar titánico porque si la persona es insulinorresistente sin tratamiento, le costara tres veces más quitarse los kilos sin contar que no dejará de sentir hambre. El segundo paso es personalizar la estrategia, según el caso. Aquí es donde el aprender a comer es de vital importancia: saber cuáles son las grasas buenas, como los omega 3, que son cardioprotectoras y que se encuentran en el salmón, las nueces. "Las personas con insulinorresistencia tienen que saber que no deben comer los carbohidratos solos, tienen que aprender a mezclarlos con algo de proteína para disminuir el disparo de la insulina", aclara.
El tercer mandamiento sería que el paciente incorpore a su dieta nutrientes presentes en los vegetales y frutas como las grasas esenciales, cromo, magnesio, zinc, vitaminas y demás elementos que ayudan a que la insulina cumpla con su función. Por último, uno de los mandamientos más importantes es el ejercicio, el cual aumenta el metabolismo y contribuye con el crecimiento muscular y el aumento de los receptores de la insulina.
Tips
- "Muchas personas con sobrepeso se niegan a hacer ejercicio por un acto de rebeldía que los afirma frente a la familia, la cual los ha acosado siempre por no adelgazar. Cuando les explicas que la insulina elevada por insulinorresistencia les provoca ansias de comer, la persona se desengancha de su historia, perdonan a sus figuras de autoridad y por primera vez se deciden a caminar".
- "Yo no estoy de acuerdo con que las personas engordan simplemente por factores ambientales o psicológicos. Es una manera simplista de explicar el problema. Entiendo que existe una danza entre la genética y el ambiente psicosocial, pero la genética debe estar presente, si no, no hay danza. Pienso que mucho de lo que se ha escrito es producto de la ignorancia y le ha hecho mucho daño a las personas con sobrepeso. Los han tildado de débiles morales por engordar y esto es completamente equivocado. También es verdad que, por ejemplo, existen personas abusadas sexualmente que buscan engordar y así ahuyentar al sexo opuesto, sin embargo, inclusive en presencia de estos factores psicológicos, la capacidad de engordar fácilmente casi siempre es secundaria a la tendencia metabólica de almacenar la grasa, porque también existen personas flacas que tienen esos problemas y comen con el mismo propósito sin aumentar de peso exageradamente".
"Se puede engordar por hábito, por hedonismo, porque se come bien, porque se viaja, se bebe, porque se da gustos, eso puede provocar gordura. Es verdad que hay presión social para comer alimentos que no son beneficiosos para la salud, pero el tema es que estas razones ambientales nos afectan a todos. En una casa puede haber una persona con sobrepeso y un flaco que crecieron con los mismos estímulos".
Transcrito por Rocío Stella
Fuente: http://www.eluniversal.com/
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